¡Oye mi llave! En las islas siempre se ha dicho que “el que no sabe pa’ dónde va, cualquier brisa lo tumba”, pero últimamente parece que hay unos que sí saben pa’ dónde van… y es derechito pa’l lado de Managua.
Dicen por ahí —voz de calle, susurro de palenque— que Carlos Ramón González anda más conectado que antena del Weather Channel. Que tiene tentáculos por aquí, micrófonos por allá, y hasta radares que le pitan cuando el Gobernador da vuelta en la cama. Pero eso no es lo más bravo, mi gente. Lo que está encendiendo alarmas (y hasta velones) es que, según el runrún de los pasillos, este personaje estaría muy de la mano con Noriega. Sí, ese mismo: el exjefe de la inteligencia sandinista que anda con el mapa del Caribe tatuado en la espalda y la brújula apuntando pa’ San Andrés.
León Freddy, el facilitador de las vacaciones forzadas
Y como en toda novela de suspenso isleño, no podía faltar el facilitador: León Freddy Muñoz, excongresista con más vidas que gato de posada nativa. Aseguran que fue él quien le abrió la puerta trasera a Carlos Ramón pa’ que se le “perdiera el pasaporte” justo antes de que la cosa se pusiera peluda. ¿Coincidencia? ¿Sincronía cósmica? ¿O jugada fina pa’ que el combo aproveche el mareo institucional tras la embestida jurídica contra el Gobernador Gallardo?
Harold Bush: el cable diplomático
Y como si fuera poco, entra en escena Harold Bush, que últimamente habla más como vocero de la Corte de La Haya que como isleño de cuna. Aseguran que parte de la data estratégica —esas perlas geopolíticas que no deberían salir de la isla ni en botella— fueron deslizadas con sello y moño a los oídos de Nicaragua. Todo muy bien empacado, como si fuera pescado fresco.
Aquí, entre nosotros, ya no sabemos si estamos en una novela de John le Carré, una serie de Netflix o una parranda mal contada. Lo único claro es que el mar Caribe se agita, pero no solo por el viento, sino por las jugadas de alto vuelo que se cuecen bajo cuerda.
Porque como decimos por acá: “Cuando el agua sube al cuello, los cangrejos aprenden a trepar.” Y más vale que el pueblo se despabile, antes que nos vendan la isla… ¡envuelta en papel diplomático!