¡La educación se volvió verde!

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Coralina y la Universidad del Atlántico repiten fórmula pa’ enseñar con raíces

Praes, Procedas y proyectos que huelen a manglar y coco fresco

Mi broder, si hay algo que los isleños saben hacer bien es sembrar sabiduría en tierra fértil. Y esta vez, no es carreta. Coralina y la Universidad del Atlántico se volvieron a juntar como arroz con rondón pa’ renovar un convenio que ya está dando fruto hasta en las matas de manglar.

El cuento no es nuevo, pero sí poderoso: un trabajo en combo, con billete del Fondo de Compensación Ambiental del MinAmbiente, que ya logró mover las aguas en 10 instituciones educativas de San Andrés y Providencia. ¿Y qué hicieron? Pues formar a pelados, profes, vecinos y hasta a la abuelita, todo en nombre de la educación ambiental.

Pa’ que no diga que la cosa se quedó en papel

De “mi pequeña reserva de manglar” a “coco plum” con propósito

Aquí no se habla de talleres aburridos ni de carteleras con papel reciclado. Hablamos de huertas, reciclaje con sazón isleño, y hasta proyectos con nombres que hacen suspirar: The Coco Plum Project, Reciclar, reutilizar y reverdecer, o Mi pequeña reserva de manglar. Así sí da gusto estudiar, ¿cierto?

Los pelados del Industrial, del María Inmaculada, del Junín y del INEDAS, le están metiendo ganas con los famosos Praes. Y desde los barrios, las comunidades de Sound Bay, Tom Hooker, Santa Isabel y Freetown también están metidas en la vuelta con los Procedas, demostrando que el cambio empieza desde la casa… y con botellas bien separadas.

Educación con olor a salitre

De la memoria ancestral al futuro sostenible

Dayana Mitchell, la jefa de Coralina que no se le escapa una, lo dijo clarito: “esto no es moda, es memoria”. Porque hablar de sostenibilidad en el Archipiélago es hablar desde el alma, desde el conocimiento que viene del abuelo pescador y la tía que cuida la mata de yuca con devoción.

Y como remate, Danilo Hernández, rector de la Universidad del Atlántico, soltó una que vale oro: “Estamos educando pa’ cuidar lo que tenemos, no pa’ llorar después por lo que perdimos”.

Así que ya sabe, mi llave: aquí se estudia con machete, compostera y corazón raizal. Porque en estas islas, la educación es verde… ¡y con sabor a mar!

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